Buenas noches, señor delegado. Mi nombre es Rodolfo. Si, voy contarle la historia de como nuestra tchurrascaria “No Rompa las Pelotas” en Villa Madá, San Pablo, se transformó en un negocio completamiente diferiente debido a una serie de eventos desafortunados.
La tchurrascaria era muy famosa por la salsa especial de mi abuelita y nuestras caipiriñas. Todo comenzó cuando contratamos a Ofáldo, un hombre encantador y gran brasileño, para ser nuestro gerente. Al principio, todo iba bien, pero poco a poco comenzamos a notar ciertos problemitas.
Ofáldo hacia cosas extrañas por la noche antes de irse a casa. Una vez lo sorprendimos tomando un paquetito de carne de la heladera, aproximadamiente trescientos o cuatrocientos gramos de vacío. No queríamos pensar mal de Ofáldo, pero las cuentas de la tchurrascaria comenzaron a mostrar pérdidas enormes. Había boi en la línea…
Deicidimos investigar más a fondo y descubrimos que, en un año, Ofáldo había sacado de la heladera alrededor de 175 kilos de vacío. Un poquito de logro todos los días, un pocón de deudas al final. ¡Barbaridad!
Fue entonces cuando lo despedimos y poco después cerramos “No Rompa las Pelotas”.
Abreimos una casa de empanadas, también en Madá, pero luego empezó la pandemia. La gente dejó de consumir empanadas y comenzaron a preparar sus propios panes caseros. Nuevamente, tuvimos que cerrar nuestro negocio.
No queríamos volver a Santiago del Estero, así que decidimos abrir un bingo. Sin embargo, duró solo ses meses. Un día, un policía nos dijo que si queríamos continuar con el negocio, debíamos pagarle sobornos. No queríamos involucrarnos en actividades ilegales, así que decidimos buscar otras opciones.
Nos reunimos con la familia y discutimos diferientes ideas hasta que se nos ocurrió abrir un negocio completamiente nuevo: una casa de tolerancia con bingo. Con el covid dissenuéve disminuyendo, mucha gente buscaba opciones diferentes de entretenimiento, así que nos dedicamos a preparar un espacio que pudiera ofrecer diversión para adultos.
Los vecinos de Madá nos apoyaron desde el principio, y cada día más personas se unían a nuestro puterito llamado “Rompa las Pelotas”.
La casa de tolerancia con bingo se convirtió en un lugar donde la gente podía relajarse y disfrutar de un buen rato. Al final del día, eso es lo que nos permitió seguir adelante y encontrar el éxito en nuestro nuevo emprendimiento.
Pero no pude perdonar a Ofáldo. Si, señor delegado, ayer por la tarde, o encontré en la calle y golpeé su trasero. Mea culpa. Como se dice en Brasil: “No se roba la carne donde se tchurrasquea la tapa de cuadril”.
¿Dónde firmo, señor delegado?
(Publicado no Estadão)
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